Perseverancia y coraje son también imprescindibles en la misión de reducir el sufrimiento y los inaceptables niveles de incidencia y mortalidad causados por el cáncer de pulmón. En esta misión estamos todos implicados. Por un lado, mediante la prevención primaria: reduciendo y ayudando a reducir en la población los niveles de exposición al tabaco y sus derivados. Y por otro, apoyando la labor de quienes estamos más directamente implicados en la batalla contra esta enfermedad: investigadores, personal sanitario, responsables institucionales, pacientes y familiares.
El cáncer de pulmón es, en cierto modo, otra pandemia, anterior a la que estamos atravesando por efecto del covid.
Un asesino implacable
En un excelente ensayo que mereció el premio Pulitzer, el Dr. Siddhartha Mukherjee describe al cáncer como El emperador de todas las enfermedades. Siguiendo su argumento, se podría afirmar que el cáncer de pulmón es el emperador de ese tipo de emperadores.
Tres datos nos pueden ayudar a entender esta definición. Por un lado, aproximadamente uno de cada cinco fallecimientos debidos al cáncer son tumores pulmonares. En segundo lugar, la mortalidad por cáncer de pulmón es prácticamente equivalente a la suma de las muertes causadas por el cáncer de colon, mama y próstata juntos.
Finalmente, el impresionante crecimiento del nivel de tabaquismo femenino de las tres últimas décadas ha llevado a un aumento tan significativo del cáncer de pulmón que, en algunos lugares del mundo, su mortalidad en mujeres es ya más elevada que la atribuible al cáncer de mama.