No es ni mucho menos nueva pero sí sorprende la violencia creciente que emplean los narcos, acosados por las grandes operaciones antidroga y ahora, también, por las consecuencias de la pandemia.
Septiembre ha sido un mes especialmente duro para los cuerpos de seguridad que luchan contra el narcotráfico. El pasado día cinco, el C4 Picasso de un agente de la policía nacional fue embestido por un todoterreno cargado con 16 fardos de hachís.
El policía, todavía en la UCI, ha estado a punto de perder un brazo. Ha sido el ataque más grave, pero no el único. Hoy hablan los que un mal día se cruzaron con el traficante. Una fecha que cambió sus vidas.
En los últimos meses, los alijos de mercancía, dinero y armas se suceden. También se desmantelan empresas y negocios que blanquean capitales.
El acoso a los clanes tiene consecuencias. Según una filtración sumarial publicada en prensa, desde la cárcel, los cabecillas del clan de los Castañas, los hermanos Isco y Antonio, estarían dando instrucciones.
Lujos, joyas, mujeres y coches de alta gama. Así es la imagen idealizada del narco. La narco rumba, «Contrabando» describe el trabajo de gallumberos, puntos, collas, geperos, pilotos o testigos. Oficios del tráfico de droga en el Estrecho. Los protagonistas no son actores, son miembros del clan de los Titis, detenidos la semana pasada. El video supera el millón de visualizaciones.








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