El alcalde de Cádiz, José María González, ha enviado un escrito al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en la que ofrece la ciudad de Cádiz para que el barco Open Arms pueda atracar y así desembarcar a las personas inmigrantes que lleva a bordo. En la misiva, José María González cita a la Divina Comedia argumentando que «los confines más oscuros del infierno están reservados para aquellos que eligen mantenerse neutrales en tiempos de crisis moral» para referirse así a «quienes en situaciones en las que es moralmente obligatorio tomar partido, optan por mantenerse al margen y por ponerse de perfil».
A juicio de González, «permanecer de brazos cruzados» en una situación en la que más de 160 personas llevan 12 días en un barco en mitad del mar, a más de 10 millas de cualquier costa, «acusando a quienes luchan por un mundo mejor de no enfrentarse a decisiones importantes, como si enrolarse a salvar vidas en mitad de las olas fuese una decisión nimia; es situarse junto a los Salvinis, Le Pens y Abascales y a las voces que quieren llenar nuestra fronteras de insolidaridad y alambres que hieren la piel hasta dejarlas jirones». «Ignoran que el hambre y el miedo no entienden de nacionalidades y procedencias y menos aún en las madrugadas oscuras a la deriva, añade.
Ante esta situación y entendiendo como alcalde de Cádiz, que «nuestra labor en el municipalismo no acaba cuando termina la localidad, sino que tenemos un papel internacional y global en la búsqueda de una sociedad más justa», ha ofrecido la ciudad de Cádiz como punto de espacio donde pueda atracar el Open Arms.
Así se lo ha propuesto tanto al presidente del Gobierno Central como al ministro de Fomento y la Dirección General de la Marina Mercante con el objetivo de que «estas personas, tanto la tripulación como los náufragos, puedan desembarcar en Cádiz, personas que atraviesan una situación vital límite y que no pueden esperar más».
José María González no pierde de vista que «Cádiz, por esa pobreza endémica de paro y desempleo al que nos sometieron, nunca será el destino final de quien viene a buscarse la vida, pero afirma que no existe una ciudad más significativa para volver a empezar que ésta, que abrazó el mundo con su mirada abierta, inclusiva y solidaria».
Advierte a su vez a las «voces racistas de la extrema derecha» que no se puede normalizar, por culpa de quienes no tomaron partido, que un barco cargado de vidas permanezca olvidado a la deriva en mitad del mar».
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