Se trata fundamentalmente de lagares de grandes bodegas, que están procesando uva de viñedos situados en el interior, que es siempre la primera en alcanzar los niveles suficientes de madurez, según una nota del Consejo Regulador del Marco de Jerez.
No obstante, no se prevé que los viñedos de la costa empiecen a vendimiarse hasta finales de mes, por lo que hasta dentro de un par de semanas no se podrá decir que la vendimia se ha generalizado.
Según ha apuntado, la cosecha viene condicionada por la climatología imperante durante el año agrícola. En este caso, un año muy seco, en el que se han recogido apenas 400 litros por metro cuadrado -frente a la media anual superior a 600-, caídos además casi exclusivamente en el otoño y a principios del invierno, mientras que la primavera ha sido extremadamente seca.
Por otra parte, se trata de uno de los veranos más frescos que se recuerdan, con temperaturas inusualmente bajas durante el mes de julio; sin apenas día de levante y sí importantes blanduras o rociadas nocturnas de poniente, que han contribuido a hidratar el fruto. Como consecuencia de todo ello ha habido algunos brotes puntuales de pudrición y de ‘oidium’ en viñedos de la costa, que «afortunadamente están muy controlados».
En cualquier caso, la tónica general en la uva que está entrando ya en los lagares es la de un nivel de sanidad alto y, a pesar de la meteorología, unas graduaciones considerables, en algunos casos en el entorno de los 12º Baumé.
Las suaves temperaturas desde el momento del envero han propiciado una maduración muy lenta de la uva, lo que en algunas de las muestras tomadas en los viñedos del interior se traduce en unos niveles de acidez inusualmente altos. «Esto representa un potencial importante en términos de calidad, que esperemos se vaya confirmando a lo largo de las próximas semanas, en la medida quela uva vaya entrando en los lagares de forma masiva», ha subrayado.