Las salinas artesanales son uno de los pocos ejemplos de que la intervención humana puede ser beneficiosa para la Naturaleza, unos espacios que, con la invención de los congeladores, quedaron en desuso y se fueron abandonando y que ahora vuelven a ser escenario de iniciativas de recuperación, vuelven «al tajo».
Es el caso de la que se emprende ahora en la salina de «Balbanera», situada en Puerto Real, en el Parque Natural Bahía de Cádiz, por las organizaciones SEO/BirdLife y Salarte, en un proyecto financiado por la Fundación MAVA que se dedica a proteger la biodiversidad en espacios icónicos de todo el mundo.