Con la crisis económica generada por la pandemia del covid19, que comenzó en España oficialmente el pasado 14 de marzo, el anuncio de la aprobación del ingreso mínimo vital se convirtió en la esperanza de muchas familias que se han quedado en paro y que, tristemente, no tienen nada que llevarse a la boca.
El Gobierno se comprometió a que, dependiendo de la situación de cada familia (monoparentales, con más o menos hijos, con personas dependientes a su cargo) todo el mundo llegara a unos ingresos mínimos con los que asegurarse el alimento y una vivienda digna, pero no ha sido así en el caso de Sonia Garrido.
Sonia es una mujer divorciada que no tiene trabajo, tiene un 50% de discapacidad por la que no recibe ningún tipo de retribución y se encarga de sus tres hijos, de 18, 14 y 14 años. Su exmarido le pasa 180 euros por cada niño y eso son todos los ingresos que tiene en este momento: 540 euros al mes.
Su mayor esperanza era la couta del ingreso mínimo vita que, por su situación, debía rondar los 1000 euros mensuales. Cuál fue su sorprensa cuando recibió la primera carta la semana pasada y vio que lo que le ofrecen son menos de 20 euros: «Es una cantidad vergonzosa, absurda. No me da ni para comparar máscarillas», ha dicho en CAD.
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