Da escalofríos solo recordar el salvaje ataque que Robert Wilson sufrió a manos de dos adolescentes, Kiyran Earnshaw, de 18 años, y Luke Gaukroger, de 16, y por el que ambos han sido condenados a cadena perpetua.
El suceso tuvo lugar en el condado de Yorkshire (Inglaterra) cuando, tras ingerir alcohol y pastillas con sus amigos, ambos jóvenes se acercaron a los alrededores de la planta farmacéutica ‘Thornton and Ros’. Fue allí donde la víctima, acompañada por sus colegas de trabajo Paul Thewliss y John Badejo, salió para intentar ayudarles, pues los dos chicos explicaban que habían perdido su móvil.
Todo cambió en un instante, cuando de reprente Earnshaw sacó una espada samurái escondida y comenzó a golpear frenéticamente a Wilson, que suplicó una y otra vez por su vida mientras sus compañeros trataban de ayudarlo. No lo consiguieron y, heridos de gravedad, tuvieron que abandonar el escenario del crimen para salvar la vida.
La brutalidad de los asesinos aumentó por momentos, cuando se agacharon a la víctima «haciendo un intento común por cortarle la cabeza desde los hombros, haciendo movimientos de sierra», según se relató en el juicio.
Durante el ataque Wilson llamó a la empresa de seguridad y en la llamada quedó registrada la voz de Gaukroger, que en ese momento tenía 15 años, gritando “cógele la cabeza, quiero cortarle la cabeza, Kia quiero cortarle la cabeza”. Y añadió “pásame la pierna, pásame la pierna”.