Tras numerosos estudios, los científicos han certificado que cuando se habla, se canta, se tose o se estornuda se emiten microgotas. Son partículas muy pequeñas, de entre una y 10 micras, que quedan en suspensión. Para que se hagan una idea un cabello humano tiene 100 micras.
Si en ambientes cerrados como oficinas, salas de espera o despachos, cerramos puertas y ventanas y no ventilamos existe una gran probabilidad de que durante minutos, incluso alguna hora esas partículas estén flotando.
Hay artículos que demuestran que de esta forma se mantienen las propiedades infectivas del virus. Además, otros reflejan que algunos pacientes se infectaron por ese motivo en un hospital de Wuhan.
Así se lo han hecho saber a la OMS a través de una carta que firman más de 200 científicos, entre ellos un profesor de la universidad de Córdoba, Manuel Ruiz de Adana.
Los estudios concluyen que esto sucede en una proporción pequeña de las infecciones pero aunque el riesgo sea bajo, en el caso de que se produzca un rebrote a partir de otoño, habría que tener en cuenta que se pueden producir este tipo de contagios, por lo que recomiendan ventilar los espacios cerrados porque tomar medidas nunca está de más.
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