El Sevilla-Betis de este jueves (22:00h, Movistar+) pone el punto de partida de las últimas once jornadas de LaLiga en Primera División, después de que los últimos minutos del Rayo-Albacete pendiente desde diciembre sirvieran de prólogo para unas semanas sin descanso.
Tras un largo invierno sin ver rodar la pelota del fútbol español, se vienen 38 días frenéticos sin descanso, en los que tanto los protagonistas del juego, como los aficionados y los periodistas tendrán que acostumbrarse a esa contradictoria nueva normalidad que ya se ha visto en la Bundesliga como un aperitivo a lo que viene.
El fútbol pierde, al menos de momento, uno de sus grandes atractivos: el público en las gradas. Aunque por televisión se intentará paliar esa ausencia de ambiente con sonido pregrabado o de videojuegos, en directo se escuchará perfectamente cada grito, orden, golpeo y queja que los jugadores y los entrenadores emitan en los 90 minutos de juego, más prolongación.
La labor de los técnicos se verá así condicionada, no sólo por este hecho, sino porque aunque ellos no tendrán que llevarlas, sí verán a un extendido y distanciado grupo de suplentes en su banquillo con mascarillas y separados por al menos un metro y medio.
La seguridad y evitar contagios es lo primordial. Los test que están haciendo LaLiga y la RFEF a los futbolistas y miembros de los cuerpos técnicos han dado, de momento, algún susto, pero el protocolo es claro: los que den positivo, a cuarentena. Este factor psicológico afecta ya desde los mismos entrenamientos y no son pocos los futbolistas que, más en privado que en público, muestran sus inquietudes.
El contacto es imposible de evitar en el juego del balompié. Ni siquiera en las celebraciones, toda vez que se permitirán sin que sean objeto de sanción como se planteó inicialmente.
El devenir de los partidos tendrá un factor clave, especialmente en los últimos minutos. La nueva normalidad en el fútbol español permitirá hasta cinco cambios, lo que ha generado una enorme controversia entre los equipos. Evidentemente, salen beneficiados los que tienen un buen fondo de armario.
¿Eso es sinónimo de los grandes? No necesariamente, ya que hay equipos ‘top’ que se han ganado su buena situación deportiva a base de usar un bloque compacto y basado en pocos jugadores, mientras que otros han apostado más por las rotaciones. El inesperado descanso que ha permitido el confinamiento ha acelerado notablemente la recuperación de futbolistas que se habían lesionado a principios de año, caso del barcelonista Luis Suárez (para desgracia de Braithwaite) o del madridista Eden Hazard. Los entrenadores tendrán, por tanto, un mayor abanico de posibilidades.