En la situación que voy a exponer se va a sentir identificada más de una persona, no porque sea la misma enfermedad, la cual aún desconozco cuál es sino por sentirse totalmente desprotegida e indefensa.
Todo comienza una semana de enero en la que, tras trabajar pegada a muchas personas enfermas con una supuesta gripe, te ves inmersa en lo que alguien cataloga como una faringitis aguda pero la vida continúa y por un padecimiento tan común no vas a frenar tu ritmo. Días después aparece un cuadro de vómitos, y mareos entrando por primera vez por las puertas de un hospital, agotamiento extremo, bonito diagnóstico para algo que en cuestión de menos de una semana pasa a ser en teoría un síndrome de Ramsey Hunt, parálisis facial con un Herpes Zoster dejando toda una mitad de la cara convertida en un absoluto monstruo y con dolores que no desearía ni a mi peor enemigo. Las visitas a los hospitales son cada vez más frecuentes, mi vida se paró ese 2 de febrero, cuando en teoría España no tenía casos de Covid-19, especialistas de todo tipo intentaron ver qué sucedía, punciones lumbares, serologías, Tacs, resonancias magnéticas etc., todo un surtido de fármacos que destrozan un aparato digestivo al ser un cañón para un estómago, los dolores iban en aumento, las fiebres, las malas noches, y por su puesto mi ojo, oído y una sensación muy rara de garganta hacia abajo como si estuviera plagada de llagas y pompas. Un 18 de febrero al ver que mi ojito tenía un daño peculiar entran en activo neurólogos, contemplan la opción de ingreso, pero hay tanta gripe A en las observaciones de dicho sitio en la que me practican la punción lumbar que a altas horas de la madrugada deciden que quizás es más seguro que me vaya para casa y me dan el alta.
Prosigue mi excursión por centros médicos y hospitales, sobre todo en el mes de marzo, donde parezco ser una figurante de la película «Cazafantasmas», desalojada de una planta a otra, personas desinfectando pisos enteros por los que han pasado supuestos casos de COVID, sanitarios fuera de sí y lo más alarmante, una señora del departamento de atención ciudadana que llega a perder los nervios y decirme que si soy de San Fernando me largue al Hospital de San Carlos si quería poner una reclamación, voy a excluir el vocabulario que utilizó,. Con un parche en el ojo, equilibrio perdido, dolores horribles y una gran pérdida de peso, acompañada por una persona de alto riesgo, mayor a la que más quiero en este mundo que es mi madre, haciéndole vivir a mi lado la peor trama de una película de terror.
13 de marzo, ahora sí está aquí, algo que parecía tan lejano mientras lo veíamos en los medios de comunicación había llegado a Cádiz, ya si existe el miedo, ya no es una leyenda urbana, es toda una realidad, en pleno estado de alarma soy derivada a un sitio con todas las medidas de seguridad para poder realizarme una resonancia magnética de la cabeza, nada casa con nada, parece ser que sí pudiera ser un Zoster, pero tampoco se sabe, ni aún lo sé, porque era el momento de quedarse aparcada en casa, con analíticas que ni en Hollywood he visto más estrellas por valores fuera de su normalidad. Empiezan las llamadas de teléfono de facultativos, las recetas de nuevos medicamentos por estar faltan de muchas cosas, el fin de las consultas presenciales, el pozo vacío y profundo en el que se ve inmersa una persona que sabe que necesita ser tratada pero no lo es ni sabe cuándo será su momento, porque en una alarma nacional los especialistas y sanitarios, auténticos héroes sin capa que aún incluso desprovistos de EPIs, atienden todos por igual a los infectados.
Desde mi pequeña ventana al mundo, que es mi ordenador y la posibilidad tan bonita de expresarme a través de ‘Objetivo Cádiz’ dando voz a noticias, las cuales elijo que sean bonitas, de gestos solidarios, de unión como las que vengo cubriendo del gran grupo creado y coordinado por Sara Domínguez, «Puntadas Solidarias San Fernando» veo cuanta fuerza se puede llegar a sacar en un momento tan duro tanto económico como sanitario, todo un batallón de más de mil personas cosiendo, donando, repartiendo, de manera totalmente altruista ofreciendo su trabajo, sus horas para estar con su familia, sus pocos ahorros, para proteger a la ciudadanía, sanitarios, fuerzas del estado, empresarios, todos a una aportando su granito de arena, fabricando mascarillas, para la población, para sanitarios batas, patucos, gorros, salva orejas etc., más del 100.000 mascarillas entregadas y actualmente casi a punto de terminar el reto de 50.000 más para que sean entregadas por las A.A.V.V y voluntariado, tantos nombres en mi mente: Sara, Eva, Carmen, Chari, Emi, Marisa, Javito, Alfonsito, Ray, Esther, Yolanda, Juana, Guille, Vilches, Mamen, Estel, Jose, Silvia, Lidia, etc., tantos, sois tantos que estaría nombrando durante varios días.
Los distintos grupos que lo componen: Un siglo de gloria bendita, las ardillitas, las del carril, Bazaneras solidarias, Perfettinas Emisarias, Avatar, las Valentinas, Casería solidaria, las Apañás, las Glamour, hasta la peineta, las Terremotos, las empollonas de Vera Cruz, Akarui Dojo, las Incógnito, las Crocheteras, las Dametela, y por supuesto diversas personas que cosen por libre y se unen a la causa de este gran grupo cubriendo necesidades donde les van indicando, ciudadanos de todas las edades, de ambos géneros, dándose apoyo unos a otros para que esas máquinas de coser sigan haciendo ruido y no paren. El caso de Thomas Mc Ginley y su equipo fabricando pantallas y salva orejas con impresoras 3D en las cuales se dejan la piel.
Me hacen la persona más feliz del mundo al darme en primicia sus noticias, tengo el honor de dar una exclusiva con repercusión mundial con la creación de las mascarillas MECALSIS, patentadas desde el minuto cero de su creación, una patente mundial y homologada, tras infinitas pruebas y distintos bocetos, hasta conseguir el formato perfecto, mascarillas que poseen una pantalla transparente de acetato y no se empañan, facilitan la lectura de labios, no sólo durante la pandemia, este gran invento servirá para ser usado para toda la vida, logopedas, personas que traten con gente de discapacidad auditiva etc.
Primeramente entregando gratuitamente a centros de máxima necesidad como son centros médicos, hospitales y ciudadanía que debían ser atendida por sus diversos casos con esas MECALSIS y después viendo como entre tanta miseria hay personas capaces de emprender una cooperativa textil como es «Puntadas Cañaíllas «que poco a poco se irá haciendo grande y espero que dé numerosos puestos de trabajo a tantas personas que han demostrado con creces que son auténticos profesionales de la costura y ante la necesidad que tiene nuestra Isla de creación de empleo sería una buena opción la presencia de una industria textil en esta tierra.
Me hacen sentir una más de su equipo y se preocupan por mi salud cada día, proporcionándome parches que no dañen mi ojo, elaborados por ellas mismas, completamente ergonómicos, cómodos, me hacen sentir bonita aun teniendo una enfermedad que ha quedado aparcada en un rinconcito y produce infinidad de dolores de cabeza, y lo más importante, sentirme útil, estando entre cuatro paredes empeorando por días, esperando esa llamada de teléfono que diga que por fin me van a poder tratar físicamente. Cada vez hay más daño en mi cuerpo, cada día aparece algo nuevo o bajan valores de vitaminas, hierro, inestabilidad, pero nada frena mis ganas de luchar y seguir adelante, de mejorar y ansío el momento de poder fundirme en un abrazo con esas personas que han conseguido darme tanto, en un periodo tan difícil. Han ayudado a levantar el estancamiento económico de ciertas pequeñas empresas.
Parece que los que padecemos algo distinto al COVID-19 estaremos aparcados una temporada más, como si fuéramos coches averiados, sueño con esa llamada de teléfono diciendo que voy a poder ser atendida por un especialista que haga que me recupere y volver a ser la que era, olvidar tanto medicamento que me trae loca y valerme por mí misma, sin necesidad de un andador, un parche o alguien que me atienda 24 horas.
Cada uno emplea su tiempo como quiere y yo el mío lo he empleado en escribir sobre cosas que son gestos dignos de alabanza, mi mente ha estado ocupada y llena de cosas bonitas, ¿cuántas personas habrá en mi situación o incluso peor que yo que aún siguen a la espera de ser tratados?
Tengo la gran suerte de tener una familia maravillosa que no me ha abandonado en ningún momento y amistades que valen oro entre ellas algunas incorporadas recientemente por las circunstancias, pero han demostrado ser de gran corazón, arropándome con cariño y dándome todo lo que está en su mano sin escatimar. Tiempo de reflexión, de ordenar, de ser selectiva y dar el valor que se merece a cada cosa.
Estamos llegando al mes de junio, desde enero que comenzó mi historia tendría mil anécdotas que contar. Pero vuelvo a repetir, me quedo con lo bueno que ha salido de toda esta situación que para pensar en lo malo ya tendré tiempo cuando todo acabe, aunque en mi mente no pare de repetirse el mismo pensamiento ¿habrá podido llevar tan bien como yo este estacionamiento toda aquella persona que padezca algún mal que no ha podido ser tratado?
Mar Racero.
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Sigue fuerte y brava como la mar…🌊
Ole, olé y olé. Se puede decir más alto , pero no más claro.
Ánimo, nena. Eres una guerrera.
Sin palabras prima besos de todos desde Ronda.
Madre mía Mar… Eres una campeona….. Mucha fuerza y mucho ánimo
Mar, sigue narrando tan bien, cómo haces.
Un abrazo violeta
Mari Luz.
😘😘
Cuánta razón en tus palabras Mar! Por lo que te conozco, siempre me has parecido una mujer fuerte y con temperamento, así que sea cual sea la afección que tengas, que se eche a temblar pq no vas a parar hasta que todo kede en una anécdota más en tu vida y estoy segura d que las próximas historias que vengan después de ésta serán fantásticas, porque te mereces lo mejor guapísima. Te mando muchísimos besos preciosa 😘😘😘😘😘