La reanudación de la bundesliga nos ha traído un par de besos que han causado un gran debate en Alemania. No por el hecho de que se hayan dado, sino porque serían contrarios al protocolo sanitario. Hablamos por ejemplo de este beso de Boyatá, para celebrar un gol del Herta de Berlín, y otro beso, el de Thuram:
La primera jornada de la nueva era del fútbol nos ha dejado besos tan icónicos como el del final de la guerra, el que se dieron un soldado y una enfermera.
Marcus Thuram, el hijo del mítico Liliam Thuram, marca el segundo gol del Monchengladbach al Eintracht y besa al autor del pase, Bensebaini. Un beso sancionable y de máxima difusión: se vió en más de doscientos países.
En el protocolo sanitario de la liga alemana está prohibido el abrazo y hasta darse la mano, por eso no hubo saludos protocolarios para empezar los partidos y vimos celebraciones más o menos ridículas con el codo.
El primer gol después de 66 días de parón lo marcó Halland y por un momento pareció un jugador de vídeo juego. Por primera vez en la historia del fútbol profesional en partido oficial, un equipo, el Shalke, hizo cinco cambios: entraron Matondo, Miranda, Becker, Skopf y Brugstaller.
El Borussia Dortmund le dio una paliza a su rival en el derbi del Ruhr. Mal presagio para el derbi sevillano. Sin público se pierde la emoción, aunque los jugadores del Borussia lo celebraron al final con un público invisible, el que no podía estar en el llamado muro amarillo del Iduna Park.
La afición estaban en los bares, manteniendo la distancia. La bundesliga puede presumir de otro VAR , el que anula un gol al Friburgo que evita su victoria sobre el Leipzig. Empate a uno. 15 por ciento de victorias locales para empezar. Cuatro recoge pelotas y tres fotógrafos por estadio que nos brindaron fotos para la historia.
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