El regreso de 28 ancianos al geriátrico donde viven en Alcalá del Valle (Cádiz) tras pasar mes y medio realojados en un centro de tiempo libre de La Línea de la Concepción (en la misma provincia) se ha convertido este lunes en una señal de esperanza en este muncipio de la sierra gaditana, que sufrió una auténtica pesadilla hace mes y medio, desbordado por un contagio masivo por coronavirus de los residentes del centro y de sus trabajadores que obligó a la evacuación del centro.
Un autobús de la empresa de emergencias SAMU, nueve ambulancias y varios coches de la Guardia Civil, la Policía Local y la Policía Nacional formaban parte del convoy que abandonaba pasadas las 10 de la mañana la residencia turística El Burgo de La Línea. Desde las ventanillas del autocar, los ancianos dieron el último adiós a una docena de trabajadores que salieron al exterior de las instalaciones para despedirlos entre aplausos.
De los 34 ancianos desalojados el 24 de marzo, 28 fueron directamente al centro de La Línea y otros 6 fueron ingresados en distintos hospitales de la comarca. Uno de ellos falleció en el hospital y los 5 restantes se reagruparon con el resto de los internos en La Línea conforme fueron mejorando. Pero el balance final confirma 6 muertes entre los ancianos desalojados, aunque solo dos de ellos estaban contagiados por coronavirus, según han confirmado fuentes del SAMU, que ha gestionado tanto los traslados como la atención de este colectivo durante el tiempo que ha durado el realojo.
El alcalde de Alcalá, Rafael Aguilera dio este fin de semana su visto bueno a la operación de regreso después de que la Junta de Andalucía le garantizara que este lunes el personal de la residencia Dolores Ibárruri, de gestión municipal, tendría a su disposición los equipos de protección individualizada (EPI) y una vez que se le han repetido los test a los ancianos para confirmar que todos ellos están ya libres de la enfermedad.
A su llegada a Alcalá, el Ayuntamiento había dispuesto un pasillo de seguridad en el acceso al geriátrico para garantizar que no hubiera contacto de los ancianos con la población, ni siquiera con sus familiares, que tampoco en esta ocasión podrán abrazar y achuchar a sus mayores, tan solo recibirlos con aplausos en los balcones al paso de la comitiva. Aunque el alcalde lamenta que el reencuentro tenga que realizarse guardando las distancias «porque el bicho sigue entre nosotros», el ánimo en el gobierno municipal y los allegados a los residentes es hoy bien diferente a la desazón y congoja del pasado 24 de marzo, cuando la evacuación pilló por sorpresa a muchos familiares, que se quejaron de la falta de información y las precarias condiciones en las que se produjo el desalojo, bajo la lluvia y sin que los ancianos pudieran llevarse consigo siquiera sus enseres personales. Después, la actuación incívíca de un grupo de personas a la entrada del convoy en La Línea, que abucheó y apedreó el paso de la comitiva, aumentó la indignación en Alcalá. Nueve personas fueron detenidas por aquellos altercados.
La colaboración, sin embargo, de los ayuntamientos de La Línea y Alcalá del Valle (a unas dos horas por carretera) ha sido subrayada por ambos alcaldes, que han manifestado en las últimas horas su intención de celebrar, en cuanto se pueda, algún tipo de hermanamiento entre ambas poblaciones, en reconocimiento al esfuerzo compartido. Una pancarta con la frase «También sois nuestros abuelos» ha presidido la entrada de la residencia turística de La Línea durante este mes y medio y su alcalde, Juan Franco, se ha mostrado «orgulloso», a través de un mensaje en las redes sociales, de haber tenido a estos ancianos atendidos en su municipio.
El geriátrico de Alcalá lleva, mientras tanto, semanas preparándose para recibir de vuelta a sus inquilinos. En este tiempo de desalojo forzoso, el Ayuntamiento ha procedido a la renovación de las instalaciones, con trabajos de fontanería, electricidad, carpintería y pintura, que han permitido adaptar el centro a los nuevos protocolos de seguridad obligados por la pandemia. Esta misma mañana estaba previsto que llegaran las pantallas de metacrilato que se instalarán en las mesas del comedor y que separarán a los comensales durante las comidas, organizadas en varios turnos para respetar las distancias de seguridad. También se ha habilitado una zona de aislamiento dentro de la residencia y establecido pasillos de acceso para los proveedores.
La dramática situación que obligó a la evacuación de 40 ancianos (diez de los cuales fueron trasladados a hospitales de la comarca) el 24 de marzo puso en evidencia hasta qué punto los recursos sanitarios y sociales se vieron desbordados por la epidemia. Días antes del desalojo, el alcalde de Alcalá había realizado un llamamiento desesperado a través de los medios de comunicación, dado que parte de la plantilla había resultado contagiada, así como la gran mayoría de los residentes, y fueron los propios concejales y algunos voluntarios los que hubieron de arremangarse para atender a los ancianos. Según la información que el alcalde trasladó entonces, 38 de los 42 ancianos que vivían en la residencia Dolores Ubárruri resultaron infectados por el virus. Tres de ellos habían fallecido ya entonces. En aquellos días, llegó a haber 58 positivos oficialmente declarados en Alcalá del Valle (con poco más de 5.000 habitantes) y 18 de ellos tuvieron que ser atendidos en hospitales de la zona.
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