Los olores del pasado penetran en nuestro cerebro como un revivir de momentos, te transportan a lugares y tiempos por los que serías capaz de luchar por volver a estar allí. Los abrazos de alguien se empiezan a echar mucho de menos, conforme pasan los días más y más. La incertidumbre de si estarán esos brazos esperándote o no para volver a abrazarte te come por dentro. Hay tantas cosas absurdas en esta vida…, discusiones por auténticas pamplinas, brotes de egoísmo, cuando todo debía haber sido tan fácil y no tener que echar de menos con esa pena dentro… Ahora daremos valor a lo que realmente importa y no fuimos capaces de ver, mientras se amasan estos roscos por descargar la tensión de no abrazar nuestro olfato se impregnará de toques de clavo, de horno, cocinas, olores simples pero bonitos, como la frase: “necesito el abrazo más grande del mundo cuando esto acabe”.
INGREDIENTES:
1 Kg de harina de trigo
1 sobre de levadura
2 vasos de azúcar
Clavo molido (al gusto)
1 vaso de aceite de AOVE (aceite de oliva virgen extra suave)
6 huevos.
ELABORACIÓN:
Mientras preparamos la masa ponemos a precalentar el horno con calor arriba y abajo a 220ºC ponemos en un bol grande y comenzamos a amasar hasta que la masa sea como una plastilina que se nos despegue de las manos. Una vez tengamos la masa lista vamos cogiendo trocitos y crearemos trencitas de dos cabos hasta unir sus extremos, la cocción de cada tanda dependerá del grosor y tamaño de cada rosco pero aproximadamente está en unos 10 minutos. Son simples pero deliciosos.
SUGERENCIA:
Para realizar menos cantidad tan sólo tendremos que dividir por dos cada ingrediente. Procurad no tenerlos muy a la vista porque son realmente adictivos.
MAR RACERO (FLOUSSY)