El objetivo de la cúpula directiva de El Corte Inglés es modificar el uso actual de los puntos de venta que dan pérdidas recurrentes, muchos de los cuales fueron abiertos por Isidoro Álvarez (fallecido en 2014) durante el ‘boom’ de la economía e incluso cuando el consumo empezó a notar la crisis entre 2008 y 2009. Aunque Víctor del Pozo ha conseguido que estos centros al menos cubran sus gastos al obtener ebtida positivo, lo cierto es que la parte baja de la cuenta de resultados sigue dando números rojos una vez que se le imputan los costes corporativos, así como las amortizaciones y deterioro de mercancias.
Por ello, la presidenta y el consejero delegado han decidido meter el bisturí y lanzar un plan de reestructuración que afecta a uno de cada cuatro locales comerciales, sobre un total de 100. De los 25 centros que están en la lista negra, 15 de ellos están ya abocados al cierre, como son los casos de Arroyomolinos (en la Comunidad de Madrid), Arapiles (centro de Madrid), Guadalajara, Albacete, Ademuz (Valencia), Constitución (Valladolid), El Capricho (Marbella), Marineda (A Coruña) o El Tiro (Murcia).
El Corte Inglés de Jerez no tiene solución alternativa a su uso original y que la mejor solución es reducir los metros cuadrados de las tiendas como un posible cierre. El Corte Inglés de Cádiz Capital es un punto rentable en la Provincia de Cádiz en ventas.
La compañía va a analizar los potenciales cambios de usos de estos puntos de venta con su nueva división inmobiliaria, lanzada el pasado mes de octubre, como se va a hacer con Can Dragó (Barcelona). Este local comercial va a pasar a ser las oficinas centrales de El Corte Inglés en la Ciudad Condal, cuya sede actual se va a convertir en un espacio para juntar a desarrolladores de proyectos, así como en un ‘hub’ de distribución. Algunos serán reformados para tener formato ‘outlet’ de marcas de precio medio, como uno que el ‘holding’ ha rehabilitado en Zaragoza.
El futuro de otros centros están pendiente de decisiones administrativas, como el de Parque Burgos, cuyo destino está vinculado a la construcción por parte del ayuntamiento de la localidad castellanoleonesa de unas rotondas que faciliten el acceso por carretera. En otros casos, la decisión final está pendiente de la finalización del contrato de alquiler, como sucede con el edificio ubicado en el número 52 de la calle Serrano (Madrid). Un local situado en una zona prémium de la capital que ha tenido varios usos comerciales, pero que no han terminado de dar sus frutos, por lo que la cúpula directiva quiere dejar de explotarlo.
De todos los centros puestos en revisión, El Corte Inglés ha concluido que una decena de ellos no tiene solución alternativa a su uso original y que la mejor solución es reducir los metros cuadrados de las tiendas. Con esta medida, se ajustan los costes y se limitan las pérdidas, de tal forma que la compañía mantenga el volumen de ventas y que el resultado final no ensombrezca las cuentas del grupo. En este grupo se encuentran los grandes almacenes de Éibar, Cartagena, Elche, Linares, Algeciras, El Ejido, Talavera y Parquesur (Leganés).
La otra opción de este último lote sería cerrarlos, pero el coste de despedir al personal sería tan alto que El Corte Inglés en estos momentos no se lo puede permitir. Bajar la persiana de uno de estos centros con una plantilla media de 300 personas y 10 años de antigüedad puede suponer una factura de unos tres millones de euros, además de un duro golpe reputacional. El grupo ya se deshizo el año pasado de cinco edificios y recolocó a gran parte de los empleados.
Tanto Marta Álvarez Guil como Víctor del Pozo quieren tener un especial cuidado con los empleados, por lo que en el plan de actuación sobre todos y cada uno de los 25 centros incluidos en la lista no se contemplan ni despidos, ni planes de bajas incentivadas. Al contrario, El Corte Inglés pretende integrar a los trabajadores excedentarios con contratos fijos en los locales más próximos. Así se plantea con los que se vean afectados por el cierre parcial de Parquesur (Leganés), que podrían incorporarse a El Bercial, situado en Getafe (Madrid).
Otras fuentes indican que, dado que el volumen de personas que ahora operan en estos 25 centros podría rondar los 8.000 empleados, será muy difícil absorber tanta fuerza laboral. Pero en el ‘holding’ consideran que podrá llevarse a cabo mediante la propia salida de trabajadores que llegan a la edad de jubilación y cuyos puestos no serán repuestos, así como por la menor contratación de personal de temporada.
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