Profesionales sanitarios de las principales sociedades científicas han presentado un documento de consenso sobre salud vascular con el objetivo de alcanzar mejoras en la prevención, tratamiento y atención de las enfermedades vasculares.
Durante una jornada celebrada en la Escuela Andaluza de Salud Pública, en Granada, se ha hecho especial hincapié en la necesidad de mejorar, primero, la prevención de la enfermedad vascular y, después, las alternativas terapéuticas, con control de factores de riesgo y alternativas farmacológicas.
El documento de consenso, que cuenta con el aval de las sociedades españolas de Cardiología, Neurología, Medicina Interna, Angiología y Cirugía Vascular, y la asociación estatal de pacientes Cardioalianza, trata aspectos de sensibilización y prevención de eventos vasculares con el objetivo de reducir el riesgo trombótico residual y reforzar la protección vascular en la población de alto riesgo.
La cardiopatía isquémica en los varones y el ictus en las mujeres son las principales causas de muerte en población adulta. Se espera, además, un aumento de estas cifras, determinado, entre otros factores, por el envejecimiento de la población.
Por otro lado, los ponentes han advertido sobre el aumento de los factores de riesgo como el tabaquismo, el consumo de alcohol, la falta de actividad física y la adopción de dietas inapropiadas, que pueden hacer que se incremente el riesgo residual de padecer este tipo de patologías.
El riesgo trombótico residual se define como el incremento de las posibilidades de sufrir nuevos eventos vasculares o la progresión de una enfermedad ya establecida. Los pacientes con enfermedad arterial coronaria o periférica son los que presentan mayor riesgo de muerte vascular, ictus u hospitalización derivada de un nuevo evento vascular.
Este tipo de patologías se caracterizan, asimismo, por una disfunción neurológica que puede causar invalidez permanente, amputaciones o muerte.
Más del 40% de supervivientes de ictus padecen dependencia funcional
El ictus es la primera causa de invalidez o discapacidad grave a largo plazo en adultos y la segunda de demencia entre los pacientes que lo padecen. Además, a los seis meses de haber sufrido un ictus, uno de cada cuatro pacientes no logra sobrevivir y entre los supervivientes, más del 40% padecen alguna dependencia funcional.
Según el director del Área del Corazón del Hospital Xanit Internacional, Juan José Gómez Doblas, «en el tratamiento de la patología vascular existen aún parcelas sin resolver desde el punto de vista de concienciación, diagnóstico y estrategia terapéutica, que generan alteraciones graves en los pacientes, así como elevadas tasas de mortalidad».
Por su parte, la presidenta de Cardioalianza, Maite San Saturnino, ha compartido que «es necesario crear una línea de trabajo sociosanitario entre todos los profesionales que mejore el manejo de las enfermedades vasculares para mejorar el pronóstico a través de la prevención de futuros eventos vasculares y reducir su mortalidad».
Estas enfermedades, junto con los tumores, representan una de las cargas sociales y económicas con gran impacto en la calidad de vida de las personas que las padecen, en sus familiares y en el sistema público de salud. Es importante tratar y manejar la enfermedad desde las necesidades del paciente y teniendo en cuenta las opciones terapéuticas para cada caso.
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