Científicos de la Universidad Western de Ontario, en Canadá, estudian el potencial riesgo para la Tierra de un grupo denso de meteoroides dentro de la corriente de las Táuridas. Cuando se consideran los catalizadores para colisiones catastróficas, existen dos fuentes principales de Objetos Cercanos a la Tierra (NEO, por sus siglas en inglés), como los asteroides y los meteoroides, y los intrusos del sistema solar exterior, que generalmente son cometas.
En las últimas décadas, se ha realizado un gran esfuerzo para catalogar más del 90% de los NEO potencialmente peligrosos, y se está trabajando para detectar, catalogar y rastrear números más grandes y tamaños más pequeños de estos objetos. Los intrusos del sistema solar exterior son mucho más difíciles de registrar, pero, nuevamente, hay mucho trabajo en marcha.
El enjambre de las Táuridas es una tercera fuente potencial de riesgo que cambia las probabilidades de posibles impactos catastróficos. La explosión de Tunguska (Rusia) de 1908 se considera un evento de uno cada 1.000 años, suponiendo una distribución aleatoria de eventos a lo largo del tiempo.
Pero el enjambre de las Táuridas, a través del cual la Tierra pasa periódicamente, cambia las probabilidades significativamente y da una posible razón para el improbable caso de que el evento de una vez cada 1.000 años haya ocurrido hace más de un siglo. Si el poder hipotético del enjambre se prueba con éxito, esto también aumenta la posibilidad de un grupo de grandes impactos en un corto periodo de tiempo.
Para el estudio, publicado por arXiv y aceptado para publicación en Monthly Notices of the Royal Astronomical Society, David Clark, del Departamento de Ciencias de la Tierra de la Universidad Western de Ontario, y Paul Wiegert y Peter Brown, del Departamento de Física y Astronomía de la misma universidad, simularon una gran colección de meteoroides de 100 metros de diámetro (como el que desencadenó el evento Tunguska de 1908), con órbitas similares al enjambre de las Táurida,s y calcularon sus posiciones para 1.000 años.
Al analizar la posición y el movimiento de cada objeto a lo largo del tiempo, los astrónomos calcularon dos tiempos óptimos de observación y ubicaciones de apuntamiento del telescopio para investigar adecuadamente su potencial de riesgo general.
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