Desde que entrase en vigor la reforma laboral de 2012, hemos oído voces y opiniones de toda índole sobre aquellos “brotes verdes” de mentira que auguraban un provenir laboral excelente. Según mi opinión, quienes verdaderamente hemos sufrido y conocido este cambiante mercado hemos sido los profesionales del Derecho Laboral, junto con quienes han padecido de verdad la crisis, que no son ni más ni menos que los empresarios y los trabajadores en su conjunto, ya sean por cuenta ajena o autónomos. Es cierto que, a través de esta reforma de 2012, el Gobierno actual aplicó una cirugía de urgencia para que el “enfermo” no muriese sin pasar por la UCI; pero también es cierto que esas medidas adoptadas no se han trabajado más en estos últimos seis años.
Las reformas del Gobierno de Zapatero
Por otra parte, los que conocemos este mercado y lo administramos con nuestro asesoramiento permanente sabemos que, ya en 2011, Valeriano Gómez, Ministro de Trabajo del Gobierno de Zapatero, aprobó el Real Decreto Ley de Medidas Urgentes en Derecho Laboral. Un Decreto que aunaba, entre otras, una serie de medidas que daban “barra libre” a las empresas para utilizar contratos formativos y ahorrar cotizaciones. Fue entonces cuando la propia Seguridad Social empezaba a sangrar por no percibir las cuotas de más de 100.000 trabajadores.
El Gobierno se percató en ese momento de que el mercado de trabajo agonizaba lentamente y decidió adoptar una serie de medidas, como la suspensión de la regla que impedía encadenar contratos temporales más allá de los dos años, o la limitación de la jornada y el salario cuando el tiempo de trabajo se desarrollaba por los aprendices y no superaba el 75% de la jornada laboral habitual, sin olvidar aquellas pantomimas del “cheque bebé” o aquella expresión del propio Ministro que decía “es preferible un contrato temporal a un parado”. El mismo Ministro que reconocía que el 92% de los contratos eran precarios y que había que introducir nuevas directrices para que la “recesión” no llegara de forma fulminante, abaratando además el despido como medida cautelar para determinados contratos.
Aquel mismo Gobierno aprobó el 10 de junio de 2011 el Real Decreto Ley de Medidas Urgentes para la Reforma de la Negociación Colectiva, que acababa con la prórroga indefinida de los convenios, la denominada ‘ultra-actividad’. Y si hacemos memoria, recordaremos que también favorecía la flexibilización del despido en las regularizaciones de empleo, temiendo que las pérdidas que se preveían se convirtiesen en estructurales. Sin olvidar hacer un guiño a los empresarios, recortando de 12 a 8 meses el periodo máximo de negociación de un convenio colectivo con una duración de 2 años. Asimismo, reformó la lucha contra el absentismo laboral, utilizando a las mutuas para ello, y llevó a cabo cambios para que los empleadores, demostrando sus problemas económicos, desobedecieran al sector en los convenios colectivos.
Tampoco podemos olvidar el abandono que dicha reforma tuvo para con los trabajadores autónomos, por medio de la cual se comenzó a subvencionar sin criterio a determinadas asociaciones que, con dudosa amistad, incrementaron notablemente sus ingresos.
Es decir, una pre-reforma laboral a la que existe hoy y sobre la que el propio Ministerio se comprometía a “derogar en cuanto mejorase la situación del empleo”. Una afirmación lapidaria que pudimos oír desde la tribuna del Congreso y que quedó en “agua de borrajas” ya que, al final de la Legislatura de Rodríguez Zapatero, el mercado laboral español era un caos que agonizaba lentamente.
Qué ha ocurrido desde la pre-reforma y la reforma laboral
En estos últimos seis años el empleo ha crecido notablemente, a pesar de que las medidas adoptadas han sido en muchos casos bastante duras. Pero, ¿qué hubiera ocurrido si no se hubiesen tomado? Posiblemente hoy hasta las pensiones estarían en una debilidad manifiesta. Es cierto que para algunos las pensiones solo han subido un 0,25% mientras que para otros se conservan topadas y revisables, pero ninguno ha sufrido ningún mes la pérdida de éstas.
Es fácil criticar hoy los aspectos negativos de la reforma, pero a un enfermo hay que aplicarle las medidas más tajantes para eliminar sus dolencias. Y precisamente las dolencias del mercado laboral y de la Seguridad Social de estos últimos seis años han sido claramente turbulentas, pero han tenido un resultado que invita a hacerle recordar a algún Ministro la frase de “más vale un contrato aunque sea precario que un desempleado”, pues de donde no hay no se puede sacar.
Medidas para seguir avanzando
Estoy convencido de que tiene que existir una negociación colectiva importante, pues no nos olvidemos de que la creación del empleo depende, en gran medida, del empresario. Si a éste no se le ofrecen las herramientas necesarias para fomentar esa generación de empleo y se le continúa atosigando con un sistema burocrático -tanto autonómico como estatal- contraproducente y excesivo, no se podrá seguir avanzando. Hoy por hoy, con las medidas y reformas tomadas por ambos gobiernos, habría que liberar de costes principalmente a las pymes, que son quienes constituyen los verdaderos motores de empleo permanente.
Además, las Comunidades Autónomas tienen que volcarse para tener una meta fija: la creación de empleo -reduciendo por supuesto el trabajo precario- y la igualdad de salarios entre hombres y mujeres. Para ello, es necesario que dibujen una hoja de ruta con un sistema burocrático que facilite las cosas tanto a trabajadores como a emprendedores. Porque cuando se habla de contratos precarios, no debemos olvidarnos de todos los autónomos que trabajan como mínimo 12 horas al día. Es importante tener en cuenta que para que esos autónomos puedan mantener una familia, pagar todos sus impuestos -que no son pocos- y emprender su actividad para que sea competitiva, es necesario que unos y otros nos impliquemos para que el mercado laboral continúe en línea ascendente.
Sin embargo, los que conocemos de primera mano todas las medidas laborales introducidas en esta media docena de años sabemos que, de no haberse ejecutado tal y como se ha hecho, la tasa de desempleo posiblemente marcaría hoy máximos históricos y miles de empresas estarían cerradas a cal y canto.
Llegados a tal punto, cabría preguntarse cuál es la solución para toda esta situación. En mi opinión, considero que cada gobierno hizo lo que debía hacer, y que ahora es el momento de que emprendamos nuevos caminos, formemos a los trabajadores y protejamos a los emprendedores y, en resumen, cuidemos a las empresas -en especial a las pymes y micropymes- para que el despegue laboral sea tan importante que tomemos de nuevo la correspondiente altura para navegar sin obstáculos.
Sobre el autor del artículo
El Ilmo. Sr. D. José Blas Fernández Sánchez es Presidente del Consejo Andaluz de Colegios Oficiales de Graduados Sociales y Presidente de Honor del Consejo General de Colegios Oficiales de Graduados Sociales de España.